Algunas veces desconocemos las consecuencias de pequeñas malos hábitos a los que nos acostumbramos. Pensamos que prestar atención a una clase, realizar alguna tarea o trabajo son más importantes que responder al imperioso deseo de orinar, cuando se sabe que ese sufrimiento tan particular, podría afectar nuestra atención, a tal punto que no es recomendado conducir al presentarlo.
Retardar tu visita al baño, además de la angustiosa y dolorosa sensación que provoca la vejiga llena de orina, podría provocarte problemas en la salud de tu vejiga más adelante. Todo dependiendo de la frecuencia con que lo hagas, podría generar mayor riesgo de infecciones urinarias, cálculos (o piedras) en los riñones y también, una de las consecuencias más comunes, la incontinencia urinaria, que son los escapes de orina frecuentes al llegar a la mediana edad; una molestia que afecta nuestra calidad de vida, cuando la llegamos a presentar.
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